Doctor Santiago Moreno Guillén

Profesionales sanitarios
Premiado 2015

El Dr. Santiago Moreno es el Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid, un centro de referencia que sigue aproximadamente 2.000 pacientes infectados por VIH, y es Profesor Titular de Medicina en la Universidad de Alcalá.


El Dr. Moreno ha estado implicado en la asistencia a pacientes infectados por VIH desde el principio de la epidemia en España. Ha colaborado con el Plan Nacional de SIDA (Ministerio de Sanidad), ha coordinado la Red Nacional de Investigación sobre SIDA y es un reconocido médico clínico e investigador.

Es además Presidente de la Asociación VIHDA, fundada para el desarrollo de cuidados integrales a pacientes infectados por VIH en un distrito rural de Kenia.

El Jurado ha querido destacar del Doctor Santiago Moreno Guillén su perseverancia en la búsqueda de una cura para el SIDA,  su gran valor humano y rigor científico en el trato al paciente, y su compromiso diario con su profesión y con la mejora en la salud de las personas y la sanidad pública.

Los médicos han aceptado de buen grado compartir con los pacientes las decisiones que les afectan.

Cuando hablamos de la importancia del humanismo aplicado a la Medicina, ¿cómo explicaría usted a qué nos referimos?

Se trata de una cualidad que tanto pacientes como profesionales valoramos de manera especial. Es esa condición por la que el médico ve en la persona que cuida mucho más que la enfermedad que tiene que diagnosticar y tratar. Incluye el respeto a la dignidad como paciente y como persona, y el ofrecimiento del apoyo necesario para llevar la carga de la enfermedad.

¿Cómo cree que repercute en la calidad de vida de los pacientes que éstos ocupen un lugar destacado en el sistema sanitario?

Nadie conoce mejor los problemas asociados a una enfermedad y nadie tiene más interés en velar por su salud que los propios afectados. Tener la posibilidad de intervenir en todas las fases de la enfermedad en decisiones que afectan a la evolución del proceso repercute de manera inmediata en la calidad de vida global. Tenemos ejemplos muy elocuentes de individuos y colectivos que han intervenido para modificar opciones que han supuesto un cambio decisivo en aspectos relacionados con sus cuidados (pacientes con infección por VIH, pacientes con hepatitis C).

Según su experiencia ¿cree que con el paso de los años los pacientes están más informados y son más conscientes del papel que deben ocupar en la sociedad?

Sin duda. En las dos últimas décadas ha habido un cambio muy significativo que ha proporcionado a los pacientes un papel más activo en el cuidado de su salud. El papel central que el paciente ha ido adquiriendo ha sido consecuencia, no solo de la mayor conciencia por su parte, que se ha reflejado en la existencia de colectivos dedicados a defender los intereses de los pacientes, sino también en un cambio de actitud por los médicos, que han aceptado de muy buen grado compartir con ellos las decisiones que les afectan.

Usted preside la asociación VIHDA que desde 2003 trata de prevenir el VIH y atender a personas infectadas en Maragua (Kenia) ¿Qué le aporta personal y profesionalmente esta labor altruista?

El programa que hemos desarrollado en esta zona rural de Kenia me permitió vivir la realidad de la sanidad, y del problema del SIDA en particular, en una zona con tan escasos recursos. Es una manera de ejercer la profesión muy distinta a la que estamos acostumbrados en nuestro contexto. Desde el punto de vista personal, la experiencia resulta turbadora y enormemente enriquecedora a todos los niveles. Globalmente, la satisfacción ha sido mayor al haber conseguido los objetivos que se pretendieron con el programa.

¿Cómo resumiría el legado que nos dejó el Dr. Jovell?

El Dr. Jovell transmitió argumentos con los que resulta difícil no identificarse a los que somos médicos. Aunque no es fácil de resumir, su mensaje tiene puntos clave: el enfermo, y no la enfermedad, como centro de nuestra atención, la humanidad como una característica esencial del médico, la defensa de la dignidad del paciente, la necesidad de la participación del paciente en la toma de decisiones o la defensa de la sanidad pública.

Y, en ese sentido, ¿qué supuso para usted recibir un premio que lleva su nombre?

Fue un motivo de satisfacción enorme, de especial ilusión y, sin duda, un honor. Me pareció, por otro lado, inmerecido, al estar siendo premiado por haber hecho lo que me gusta, sin ningún esfuerzo y sin nada de extraordinario. Me sentí especialmente honrado al entender que el premio pretende reconocer una trayectoria que está en consonancia con la personalidad, el espíritu y el mensaje del Dr. Jovell, al que es difícil no admirar.

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